viernes, 3 de octubre de 2008

vender libros




Estos días he estado de feria. La revista universitaria de León ha cumplido veinte años en continuidad, y había que celebrarlo, porque no es cosa fácil para una revista universitaria superar un número tan grande de promociones sin haber cerrado en ningún momento.Bueno, pues el caso es que aprovechando este evento, hablamos con los organizadores de la feria Internacional del Libro y, muy amables, nos asignaron una caseta en la feria.Y ahí, justo ahí, fue donde empecé a ver lo que es vender libros, porque además de regalar ejemplares de nuestro periódico, postales, pegatinas y un poco de lo que había por el almacén para completar una retrospectiva de los veinte años, senos ocurrió poner a la venta un libro que habíamos editado años atrás.El libro es bueno. El libro es cojonudo. Recibió un premio muy importante, está bien editado, no era caro, y el autor, además de ser conocido, es de la tierra. Lo teníamos todo, y no veáis la epopeya que fue vender aquellos pocos ejemplares que vendimos. La gente va a las ferias con una bolsa a ver lo que puede atropar. Coge catálogos a pares, revistas que no leerá jamás, carteles por puñados y todo lo que pueda pillar a su alance. Algunos, además, piden bolsa.En cuanto al libro, no puedo menos de sorprenderme del modo de ojearlo que tenían muchos: pasaban las páginas como si quisieran abanicarse con ella, y volvían a dejarlo en su sitio: nunca llegué a comprender si querían saber de qué iba el texto o querían saber si estaba bien cosido. La leche.Por esto y llo que os iré contando según surja, permitidme un consejo: si algún día os entra la vena comercial, vended churros. Es mucho más gratificante. Seguro

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