
A veces tengo el escrúpulo de justificar las acciones de los personajes, como un comentarista de ajedrez explica por qué es mejor una variante que otra, y me encuentro enfangado en rechazar posibilidades, ideas y alternativas. A mi juicio, las tramas quedan así mucho más sólidas, pero también menos fluidas. Y el caso es que no sé si es mejor hablar del por qué de las cosas o dejar que estas simplemente sucedan y que sea el lector el que les busque razones.Porque supongo que tiene que haber un término medio entre esas tramas insolventes en las que la casualidad seensoñorea de todo y una trama de final ajedrecista,, donde toda acción conduce a una reacción inevitable.
Abrir o cerrar.
Dilemas de puerta.
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