viernes, 3 de octubre de 2008

Encargos



Hoy toca pensar un cuento por encargo, una de esas historias que te piden para hablar de una tierra, aunque aclaran que la tierra en cuestión no es necesario que ocupe el lugar central de la narración.Lo cierto es que se me ocurren unas cuantas ideas para escribir una historia cualquiera y tengo las tablas bastantes para luego adaptar lo escrito al pedido, pero no me parece serio hacer eso, o no me lo parece esta vez. Si el relato me lo pidiese el ayuntamiento de Nueva York, escribiría lo primero que se me pasara por la cabeza y trataría de ser digno con el que me hace el encargo, pero resulta que la proposición proviene de gente que no conozco pero es mi propia gente: habitantes de un lugar desolado, comido de emigración y abandono. Limitarse con ellos a cumplir el trámite sería como poner una piedra más sobre la dejadez secular con que los políticos, las circunstancias y hasta la geología los han castigado durante siglos. Como a los míos.Por eso, aquí estoy, escribiendo unas cuantas líneas mientras perfilo una idea que se refiera a ellos, y no uno de esos relatos intercambiables que pueden valer para treinta pueblos y ocho comarcas con cambiar cuatro topónimos. Vergüenza poca, peroque dure.

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