sábado, 25 de octubre de 2008

El raciocinio de los locos



En mi opinión, uno de los mayores fallos a la hora de construir un personaje al que se quiere tratar de loco, es la forma en que s ele hace razonar. La literatura actual, tan proclive a los personajes oníricos, o desquiciados, abusa de esta clase de caracteres para justificar cualquier incursión en lo experimental, o en eso que tan pomposamente llaman realidades alternativas.


El problema está en que las más de las veces sus locos son gente con su propio sistema lógico o que simplemente razona mal. Y no es eso: un loco es una persona que razone perfectísimamente, peor a partir de premisas falsas, lo que hace que sus conclusiones sean a aveces tan aparente o realmente disparatadas. Lo que mantiene a un personaje dentro de la cordura, si es que existe tal cosa fuera de una curva estadística, es el mantenimiento de un orden de prioridades y de una conexión con lo real. El loco es que el que construye sus premisas al margen de esta escala y fuera del refrendo de lo que realmente sucede.

Pero el razonamiento suele ser impecable. Perfectamente lógico.


Demasiado, incluso.

O así es como yo lo veo.

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