Uno de los peores males de la novela negra actual, tal y como yo lo veo, es el maniqueísmo. Los autores, y algunos editores, creen que lo mejor para que la obra se venda bien es que el lector se pueda identificar con alguno de los personajes, normalmente con el bueno, y para ello es preciso que la línea entre lo ético y lo inmoral esté bien delimitada.Sin embargo, creo que semejante postulado, lejos de mejorar el acercamiento de nadie, lo que lleva es al viejo vicio de la moraleja incrustada a todas horas. Un personaje que es perfectamente íntegro en todo momento no es una persona real, y cuando un personaje de novela deja de ser creíble, la obra hace agua.Además, con todo ese esfuerzo por hacer simpáticos a los buenos, lo que se consigue muchas veces es hacerlos un poco idiotas, porque el bien se resume en cumplir una serie de normas, mientras que el mal, para ser verdadero mal y no simple cerrazón o estupidez absoluta, tiene que reinventarse a cada instante. Por eso a mí y a los de mi generación nos parece mucho más atractivo Darth Vader que un niñato insípido como Luck Skywalker.Y Han Solo los supera a ambos, por supuesto. Porque sabe ser las dos cosas.
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